🤓Cuando te crees Steve Jobs, pero los únicos Jobs que haces son Blow...

Los golpes que te da la realidad cuando implementas tecnología sin bajarte del pedestal.
En las salas de juntas de TI se repite una escena digna de las mejores fantasías: un líder que se autoproclama “visionario” anuncia con voz de superhéroe: “Vamos a implementar la nueva plataforma, estamos listos.”
Traducción real: no tiene idea de la complejidad, pero su ego le dice que sí.
Y ahí comienza todo el desmadre...
Los riesgos de jugar al "iluminado" con tecnología nueva
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Subestimas la complejidad.
En tu mente todo es “plug and play”.
En la práctica es “plug and pray”, con rezos a todos los santos de la compatibilidad. -
Ignoras al equipo.
Asumes que todos entienden tu “visión brillante”.
La realidad: la mitad sigue atorada en macros de Excel y la otra mitad preguntando si el nuevo sistema le ayudará en su currículum. -
Fogata de presupuesto.
Ese “invento estratégico” acaba siendo "El festival de la factura".
El CFO ya prepara la antorcha para perseguirte en el pasillo. -
Aliados quemados.
El proveedor que juró ser tu “experto de confianza y partner en la transformación”.
Te manda mensajes a las 3 am tratándote de explicar que "eso nunca le había pasado" con emojis de bomba y cara llorando. -
Credibilidad evaporada.
En un mes pasaste de rockstar a payaso de circo.
Y lo peor: nadie se atreve a decírtelo de frente.
La arrogancia es el verdadero enemigo
La tecnología no es la culpable.
El verdadero problema es la soberbia con la que muchos líderes la empujan.
No es cuestión de tener la última moda en tu stack.
Es cuestión de tener humildad táctica para cuestionarte antes de mover fichas:
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¿Mi gente está realmente lista para esta curva de aprendizaje?
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¿Mi proceso aguanta la disrupción o lo va a reventar?
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¿Tengo pulmón financiero si la adopción se alarga?
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¿Estoy dispuesto a escuchar feedback incómodo y hacer ajustes incómodos?
La línea que separa al crack del "imbécil con iniciativa"
Un verdadero crack entiende que la implementación no es comprar software; es construir capacidad organizacional para que esa herramienta tenga impacto real.
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Entrenas a tu equipo antes de lanzarlo a la jungla.
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Alineas procesos, en lugar de maquillar los viejos con pantallas nuevas.
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Defines métricas de impacto, no solo que “la prueba piloto se vea bonita”.
En cambio, el de la iniciativa, se emociona con el demo, aprieta “Next, Next, Finish” y espera que todo funcione gracias al "Wizard" o a la gracia divina.
Y cuando la cosa truena, la culpa siempre es del proveedor, del usuario o de “la resistencia al cambio”, pues nunca entendieron su visión. Nunca del ego que lo llevó a acelerar sin frenos.
Entonces, ¿cómo evitar convertirte en "uno más"?
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Bájate del pedestal.
El ego no paga facturas, ni salva implementaciones.
Lo que sí salva es escuchar, planear y anticipar. -
Haz diagnóstico real.
Mide la madurez de tus procesos, la disposición de tu gente y la solidez de tu infraestructura.
No asumas, valida. -
Orquesta el cambio.
Implementar tecnología es dirigir una sinfonía, no tocar tamborazos al azar.
Si no hay coordinación, lo que suena es ruido, no innovación. -
Cuida el capital político.
Cada error público le resta credibilidad a tu liderazgo.
Cada implementación exitosa te suma fichas para el futuro.
La verdad.
El mercado está lleno de líderes que presumen de su “viaje de transformación digital”… pero en el fondo lo que tienen es un zoológico de proyectos incompletos, equipos agotados y proveedores más frustrados.
El que sobrevive y se diferencia no es el que presume la herramienta más cara, sino el que logra que esa herramienta se vuelva músculo real para el negocio.
Ese líder no se cree Jobs.
Ese líder entiende que el juego no es verse brillante, sino construir organizaciones que brillen incluso cuando él no está en la sala.
🤟 Menos Palabras, Más Acción
Antes de correr a implementar la próxima “tecnología milagro”, hazte esta pregunta y sí... se vale sobar : ¿Estoy liderando como estratega… o como un imbécil con juguete nuevo?
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